En esta entrada comparto parte de la PEC de Mitología e Iconografía Cristiana correspondiente al curso 2013-2104. Esta PEC fue puntuada en total con un 9 (y junto con el 10 en el examen de la convocatoria de junio fue lo que me llevó a la que espero que sea mi primera Matrícula de Honor en este grado :) ).
Mitología de los Héroes: Orfeo
Orfeo es un personaje de la mitología griega clásica que
se encuadra dentro de la Época Heroica. Como el resto de héroes, su vida se
encuentra entretejida con la verdadera historia de Grecia. Se cree que Orfeo
nació en Tracia, en los Balcanes, antes de la guerra de Troya, siendo su padre
el rey Eagro y su madre la musa Calíope. Calíope es la musa de la poesía épica
y la elocuencia, pudiendo estar relacionado este hecho con la vida heroica de
su hijo. Existen otras versiones en las que se dice que su padre es el dios
Apolo, patrón de la poesía y la música, hecho que cobraría más sentido debido a
la devoción que tenía Orfeo por estas artes, y a la pericia con la que tocaba
la lira y cantaba (se decía que podía conmover a toda la naturaleza con su
música). Se cree que fue un poeta anterior a Homero y se le considera como el mejor músico que ha existido jamás. Esta
capacidad musical hizo que fuese un partícipe de gran importancia en la
aventura de Jasón y los Argonautas: una versión comenta que, cuando la nave
Argo pasó cerca de la isla de las sirenas, Orfeo cantó y tocó su lira embelesando
a los remeros de la embarcación e impidiendo así que desviasen su rumbo
siguiendo el canto de las sirenas.
Pero el
episodio de la vida de Orfeo que cobra más importancia en la Historia del Arte
es su descenso a los infiernos en busca
de su esposa, la ninfa Eurídice. Se dice que Orfeo es un héroe especial, ya
que sus hazañas están más relacionadas con la música, el amor y su descenso a
los infiernos que con aventuras guerreras. Es más, su aventura sólo obedece a
un interés personal, no como en el caso de otros héroes, que suelen ser
encargos. La leyenda cuenta que en las bodas de Orfeo y Eurídice uno de los
invitados, Aristeo, estaba tan ebrio que intentó violar a Eurídice. Ésta escapó
y, en el jardín, murió por la mordedura de una víbora. Orfeo cayó en una
tristeza absoluta, dejando la música de lado y vagando por el mundo. Durante su
camino recordó el mito de Perséfone, y pensó que si le cantaba su historia a la
diosa se conmovería y le devolvería a su amada. Por ello decide bajar a los
infiernos y rogar al dios Hades y a su esposa Perséfone que la devuelvan al
mundo de los vivos. Pero el camino a los infiernos es muy complicado, y en primer
lugar tiene que convencer al barquero Caronte para que le deje pasar, ya que
éste sólo guía a las almas de los recién muertos; también debe conseguir pasar
por la puerta que vigila el can Cerbero. A ambos los consigue obnubilar gracias
a su música. También consigue convencer a la pareja de dioses gracias a sus
artes musicales, y permiten así que Eurídice vuelva con Orfeo al mundo de los
vivos. Pero le ponen una condición: deben
caminar en silencio y él no puede volverse a mirarla en todo el camino de
vuelta. Sin embargo, la impaciencia puede con Orfeo y se gira para verla, cumpliéndose
la amenaza y quedándose Eurídice en los infiernos, esta vez ya para siempre. Y
así Orfeo volvió a vagar desconsolado por el mundo. Existen varias versiones sobre la muerte de Orfeo:
en una primera muere despedazado a manos de las mujeres tracias, probablemente bacantes,
celosas de que siguiese enamorado de Eurídice; otra versión dice que Zeus le
destrozó con un rayo, enfadado porque reveló a los hombres las verdades del Más
Allá mediante los misterios órficos u Orfismo (similares a los misterios de
Eleusis de Deméter y Perséfone). Su cabeza siguió cantando (la arrastró el río
Ebro y el mar Mediterráneo hasta la isla de Lesbos), su alma pasó a los Campos Elíseos, y su lira
se convirtió en constelación. Las musas, con una tristeza insoportable, reunieron
los pedazos del cuerpo de Orfeo y los enterraron en el Olimpo (donde dicen que
los pájaros cantan de una manera muy bella), pudiendo así reunirse al fin con
su amada.
Orfeo es
uno de los personajes mitológicos de la Grecia Clásica con el que se han creado
varios paralelismos iconográficos en
el arte cristiano. En este caso Orfeo presenta paralelismos iconográficos con
el Rey David y Cristo. Tanto Orfeo como el Rey David fueron músicos y poetas, y
por lo tanto se representan tocando liras o arpas, aunque el héroe mitológico
suele ser representado más joven que el Rey David, un anciano con barba. Su
conexión iconográfica con Cristo se detalla a continuación.
La vida de Orfeo se representa en la Historia del Arte principalmente
gracias a los tres episodios principales de su vida: su habilidad en la música, su bajada a los infiernos y su muerte
(principalmente la que llevaron a cabo las mujeres de Tracia). Orfeo es
fácilmente reconocible iconográficamente, ya que suele portar sus atributos musicales (normalmente la
lira, aunque también se le representa con una cítara o un violín) y lleva
vestiduras típicas de la sociedad griega clásica. En el arte clásico, las
primeras representaciones se realizan en cerámicas
de figuras rojas de la Grecia Clásica (ca. S. IV a.C.), en las que se
representa la muerte de Orfeo a manos de las Tracias.
Muerte de Orfeo. Ánfora ática de figuras rojas del 440 a.C. (Staatliche Antikensammlungen, Munich). Fuente: Wikipedia
Más tarde, en los mosaicos romanos de los primeros siglos
después de Cristo, se le suele representar como “domador” o aplacando a los
animales con su música. Una representación
paleocristiana que aparece en algunos sarcófagos romanos (e.g. las
catacumbas de Domitila, Roma, s. IV d.C.) se considera como un posible
antecedente iconográfico del Buen Pastor cristiano: Orfeo aparece con un
cordero sobre los hombros.
Orfeo rodeado por los animales. Mosaico Romano del III d.C. (Museo Arqueológico Regional, Palermo). Fuente: Wikipedia
Igual de interesantes son algunas de las
representaciones de Orfeo crucificado (300 d.C.) – denominado Orfeo Báquico Crucificado –, que
también podrían considerarse como antecedentes iconográficos de Cristo en la
Cruz.
Orfeo Báquico. 300 a.C. (Staatliche Museen, Berlín). Fuente: akarru.org
En el Renacimiento casi todas
las escenas del mito son representadas profusamente por numerosos artistas
(e.g. del Sellaio, 1480-90; Durero, 1494; Vecellio, 1508, dell’Abbate,
1552-1571, Brueghel el viejo, 1594). En el Barroco
se puede mencionar la bella obra de Rubens (1636-1639), en la que nos
representa a Orfeo llevando de la mano a Eurídice fuera del inframundo, dejando
atrás a Hades y a Perséfone, al igual que la de Vignali (1625-30) o la de
Poussin (1650), con la misma temática pero dotando de más importancia al
escenario esta última.
Orfeo y Eurídice, Pedro Pablo Rubens (1636.1637) (Museo Nacional del Prado, Madrid). Fuente: Museo Nacional del Prado
Paisaje con Orfeo y Eurídice, Nicolas Poussin (1650-53) (Museo Nacional del Louvre, París). Fuente: Wikipedia
La escena de la salida del inframundo es quizás la más
representada durante los siglos XV-XVII. Los pintores flamencos y holandeses del s. XVII también aprovechan el
episodio de Orfeo como amansador de animales como excusa para alardear de sus
dotes al pintar fieras y paisajes, como es el caso de Il Padovanino. A finales
de la Edad Moderna (principalmente
en el s. XVIII) la escena de la segunda pérdida de Eurídice, tras mirarla
Orfeo, es una de las más representadas debido a su dramatismo (e.g. Cervelli;
Burrini, 1697; Cignani; Restout, 1763).
Orfeo y Eurídice, Giovanni Antonio Burrini (1697) (Kunsthistorisches Museum, Viena.). Fuente: Wikipedia
Los pintores simbolistas del s.
XIX detallarán más el dolor inconsolable de Orfeo tras la pérdida de su
amada, y su muerte (e.g. Paenlick, 1818; Lévy, 1863;), y cómo las musas
encuentran su cabeza, al lado o formando parte de una lira (Moreau, 1865;
Deville, 1893; Waterhouse, 1900).
La muerte de Orfeo, Émile Lévy (1866) (Museo de Orsay, París) Fuente: Wikipedia
Ninfas encontrando la cabeza de Orfeo, John William Waterhouse (1900) (Colección privada). Fuente: Wikipedia
A principios del s. XX el poeta Apollinaire
crea una tendencia abstracta y colorista del cubismo parisino, en la que se
exalta el color y la luz, y la denomina Orfismo
o Cubismo Órfico, ya que conjunta la música y la poesía de la misma manera
que se intenta unir el color y la luz. En esta tendencia se situarían por
ejemplo las obras de Delaunay.
La leyenda de Orfeo también ha tenido
cabida en otras artes, como la escultura (en todas las etapas de la
Historia del Arte, e.g. Rodin), la música (e.g. la ópera L’Orfeo, favola in música de C. Monteverdi, 1607; o la ópera bufa Orfeo en los infiernos de J. Offenbach,
1858), la poesía (e.g. las Geórgicas
de Virgilio, s. I a.C.; las Metamorfosis
de Ovidio, s. I a.C.-I d.C.; Un Orfeo
burlesco de F. de Quevedo, s. XVII), y el cine (e.g. Orfeo Negro de M. Camus, 1959).
Referencias:
García Gual, C. 2004. Historia de la
filosofía antigua. Enciclopedia IberoAmericana de Filosofía. V. 14. Ed.
Trotta. Pp. 408.
Martínez de la Torre, C., González Vicario, M.T., y Alzaga Ruiz, A. 2012. Mitología clásica e iconografía Cristiana. Ed.
universitaria Ramón Areces. Pp. 350.
V.V.A.A. 2013. Mitología. Todos los
mitos y leyendas del mundo. RBA libros. Pp. 528.
Blog de Dexedrina
Página web Taller 54
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